Sobre el autor
Víctor Fernández es ingeniero de formación y socio fundador de Emergya.
Sin duda uno de los temas más complejos a los que se enfrentan los emprendedores en sus primeros años de proyecto es, en muchos casos, el de la incorporación de nuevos socios. Y no me refiero sólo al equity profesional, sino a la incorporación de personas que se consideran claves para el negocio y para las que el proyecto no cuenta con los suficientes recursos económicos como para retenerlas.
La incorporación de estas personas es siempre una cuestión que el emprendedor debe analizar desde muchos puntos de vista, no sólo el jurídico. Se hace necesario asegurar que esos nuevos “compañeros de viaje” están alineados con la filosofía y punto de vista de los socios fundadores y que comparten la misma visión, objetivos y puntos de vista sobre el largo plazo. Cuando esto no es así y la entrada al capital únicamente está justificada como carta de pago a las personas que se incorporan, el proyecto puede tender desvirtuarse. Y ahí aparecen los problemas. Socios que empujan más y socios que empujan menos. Gente que se compromete con creces con el proyecto al verse parte de él y gente que al poco querrán más como si de un sueldo se tratase.
Mi experiencia en particular no es mala, pero de lo vivido y de lo visto en otros casos me atrevo a decir que hay que meditar mucho sobre la sostenibilidad a largo plazo tras la entrada en el capital de estos nuevos socios. Si se llega a la conclusión de que para esas personas el capital es una moneda de pago, es mejor evaluar los riesgos de no retenerlas y reorientar las acciones a corto plazo o la propia estrategia de la compañía antes de hacerlo. A la larga es meterse en un pozo sin fondo. Si por el contrario se llega a pensar que para esas personas la entrada en el capital es un valor en si mismo, es algo que responde a unas ganas de apostar y a una convicción por el modelo, andelante!. Esas personas son en si mismas una fuente de ventaja competitiva casi independientemente del modelo de negocio del que hablemos.
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